Haciendo un rápido recuento mental de cuántas mujeres se encuentran hoy en posiciones directivas, posiblemente puedan ser contadas, pero son cada vez más los nombres que se suman a una lista aún breve en México. Las nuevas formas de liderazgo apenas comienzan a ver más por el talento que por el género, con la apertura de ubicar a mujeres talentosas en estas posiciones.
En México de la Población Económicamente Activa (PEA), el 38% está representado por mujeres y el 62% por hombres. De acuerdo con el índice de discriminación salarial, las mujeres ganan en promedio 6.2% menos que los hombres por realizar el mismo trabajo y se estima que las mujeres destinan el 65% del tiempo de trabajo en diversas actividades domésticas y de cuidado y casi 33% en actividades remuneradas, ello en datos obtenidos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
La realidad, en el día a día de las organizaciones apunta a que falta un gran camino por recorrer y deja entrever que es necesario que se lleven a cabo cambios en la cultura laboral, creencias y paradigmas, desde las mismas cabezas y tomadores de decisiones en los lugares de trabajo, así como las mismas mujeres en querer y creer en su aportación en la organización.
“México cuenta con un marco normativo con el que ha llegado a una ´igualdad formal´, pero hay que trabajar en ´cómo transformamos estos logros en igualdad sustantiva” dijo Ana Güezmes, representante de ONU Mujeres en México.
Considerando lo anterior y en aras de construir soluciones a tales cifras, en las mediciones 2016 de la Encuesta de Ambiente Laboral Trust Index® de las Mejores Empresas para Trabajar® en México, encontramos que las mujeres siguen ubicándose en gran medida dentro de los roles tradicionalmente considerados como “femeninos”. La industria donde se identifica más mujeres que hombres es el de las Organizaciones no gubernamentales (ONG´s), con una diferencia de 33% con respecto a los hombres y otros sectores donde existe una menor brecha de género son Retail, Cuidado de la Salud y Servicios Profesionales, en los que la diferencia promedio de 3% mayor de hombres que de mujeres.
El liderazgo propositivo para el futuro, no sólo implica inclusión de género sino transformación en organizaciones diversas que equilibren también temas de desarrollo profesional y balance de vida, pero continuar el trabajo en temas de igualdad humana aporta en el esfuerzo de las organizaciones por reducir percepciones que afectan su cultura como temas de “favoritismo” y transparencia en oportunidades de crecimiento que impactan no solo indicadores de género sino de clima organizacional en general.
Igualmente es importante que juntos cambiemos el paradigma de impulsar “equidad de género” hasta llegar a posicionar el concepto de diversidad, igualdad e inclusión en la cultura de las organizaciones en México.
Migrar al mundo corporativo donde el liderazgo no tenga género es solo uno de los primeros pasos para redefinir el futuro, pues la demanda de mejores estrategias y mayores resultados no tiene nombre propio, ni de una generación en particular, tiene únicamente el apellido del talento y la diversidad apostando por un mundo mejor para todos.