El cambio está presente en todas partes y es una realidad a la que nos enfrentamos día con día. Hace diez años todavía podíamos darnos el lujo de seguir haciendo las cosas de la misma manera, para que nos trajera el mismo resultado. Sin embargo, hoy por hoy, he presenciado cómo ya no es posible seguir las mismas reglas y los mismos estilos de trabajo… simplemente porque el mundo ya no es el mismo.
La tecnología, la inclusión de nuevas generaciones, la competitividad, han sido motores para que las mismas organizaciones no solo cambien su oferta en el mercado, sino que se modifiquen, o se transformen desde adentro.
Las tendencias apuntan a una verdadera revolución interna en las organizaciones. El rol de la cultura laboral ha cobrado un rol estratégico y prioritario para aquellas que ya se han dado cuenta de su importancia en términos de ser una ventaja competitiva. Es en su identidad y en lo que es donde radica su fortaleza y su potencial.
Y es ahí donde comienza lo dinámico y lo complejo. Sabemos que, dentro de la cultura de las organizaciones, existen elementos fundamentales que la constituyen: la Misión, filosofía, procesos, estructura y las personas (entre otros). Y es en ellos, donde he podido observar su evolución.
Una de las tendencias que viene con un fuerte impulso es aquella que tiene que ver con la modificación de la estructura organizacional. Las estructuras piramidales o demasiado verticales poco a poco han ido transformándose para ser más planas y horizontales. Esto, debido a que los estilos de trabajo son cada vez más colaborativos y multifuncionales. Incluso hay tendencias que proponen desaparecer la jerarquía para llegar a estructuras colaborativas donde se ponga en primer lugar a los equipos de trabajo, más que a jefes.
La colaboración es un eje que ha cobrado mucha importancia, debido a que las organizaciones se han visto obligadas a ser cada vez más innovadoras y diversificar su propuesta a consumidores y/o usuarios. Más del 90% de los Mejores Lugares para TrabajarTM incluyen a la innovación dentro de sus objetivos estratégicos, y en más del 80% incorporan este concepto dentro de sus competencias core.
Esto a su vez ha tenido un impacto, incluso en los espacios de trabajo, cada vez más abiertos y funcionales, creados para formar redes, incluso con otras organizaciones, y así desarrollar aún más el negocio desde el punto de vista comercial.
La era meramente administrativa está quedando atrás. Muchas de las decisiones están siendo influenciadas por el poder de los datos. El Big Data y el “Internet of Things” hacen que los tomadores de decisiones tengan, en tiempo real, las respuestas que antes tomaban mucho tiempo en llegar.
La tecnología ha sido clave para que un sinfín de procesos se vean integrados en plataformas digitales donde el talento pueda ser gestionado, el desempeño pueda ser medido, la colaboración pueda darse de manera más fácil, la compensación pueda ser administrada y los recursos puedan ser tratados de manera más eficiente.
Y el beneficio se extiende aún más. Los colaboradores pueden vivir una experiencia donde puedan conjuntar su realidad con el trabajo. A través de las aplicaciones, plataformas y demás herramientas, pueden tener la posibilidad de trabajar más allá de un horario y un lugar. Trabajar “anytime, anywhere” es una realidad para muchos, respondiendo a necesidades tan complejas como reportarle a una persona que esté en otro continente, o tan sencillas como poder disfrutar de mayor tiempo personal.
Más allá de estos cambios en cuanto a procesos, estructuras o espacios físicos de trabajo, el foco debiese ser la transformación cultural. Y los líderes de las organizaciones son aquella chispa que puede hacer posible que se enciendan los motores de los equipos de trabajo hacia el cambio de paradigmas y a ser cada vez más flexibles y adaptativos.
Es en los líderes donde puede generarse un verdadero empoderamiento de las personas, para ser cada vez más innovadores y pensar “fuera de la caja”. De esta manera también se genera más accountability en la gente, encontrando en esa responsabilidad, la trascendencia de su propio trabajo.
Bien lo dijo Bob Dylan: “No hay nada más estable que el cambio”, y más en esta era que nos tocó vivir. Aprovechémosla y potenciemos todos aquellos assets de nuestras organizaciones. No se trata de encontrar el hilo negro… se trata de vernos bajo una óptica diferente, para hacer las cosas diferentes. Y todo, para